Mi
especial agradecimiento al profesor Juan Caravaca por acercarme este reportaje
aparecido en revista Selecciones de marzo del 2003 para su publicación en este
blog.
Malvinas,
heridas que deben sanar
Por David
Moller
Veinte años atrás se
enfrentaron con armas. Luego los unió la misma necesidad de exorcizar los
demonios de la guerra.
A
pesar de sus diez años de experiencia militar, Les Standish recuerda que sentía
miedo. Avanzaba paso a paso por el aeropuerto londinense de Heathrow el 6 de
noviembre último, y sabía que en minutos iba a estar frente a frente con una
parte crucial de su pasado. A bordo del avión que venía de Buenos Aires viajaba
un hombre al que nunca antes había visto personalmente, pero cuya vida había
sido transformada al igual que la suya por los hechos traumáticos y violentos
ocurridos veinte años atrás.
Standish
llevaba en su mano una fotografía reciente del argentino, de hombros anchos,
ojos marrones y mirada cálida.
A
medida que emergían los pasajeros, los ojos de Standish se fijaron en el hombre
alto que se destacaba entre la multitud. Mantuvo en él su mirada hasta quedar
frente a frente. E n el cabello oscuro del argentino comenzaban a asomar
algunas canas. Alejandro Videla estaba en Londres.
“How
are you?”, preguntó Videla, dando por agotados sus conocimientos de inglés.
Standish sonrió, lo rodeó con sus brazos y por un largo rato los dos hombres
quedaron abrazados en silencio.
Nunca
hubieran imaginado este encuentro, cuando sus vidas se cruzaron por primera
vez. En mayo de 1982 el cabo Les Standish de 21 años, Segundo Regimiento de
Paracaidistas británicos, estaba inmerso en un infierno ensordecedor de
ametralladoras, morteros, cohetes y fuego de artillería en las lejanas islas
del Atlántico Sur.
En
la decisiva batalla por Pradera del Ganso, 120 kilómetros al sur de Puerto
Argentino (Port Stanley), los británicos quedaron inmovilizados durante 48
horas por el certero fuego enemigo proveniente de las colinas desnudas,
monótonas que conducían a un aeródromo y a un pequeño asentamiento civil.
Standish
y su unidad de ocho hombres estaban en una encerrona al pie de una loma verde y
la munición se iba acabando. El cabo ordenó a uno de sus soldados que avanzara
para recoger la munición de otro efectivo caído, mientras el resto lo cubría
con disparos de distracción.
Steven
Illingsworth, de 19 años, logró apoderarse de la munición pero en el momento de
regresar una bala de alta velocidad ingresó por su nuca y le destrozó el
rostro. Las siguientes ocho horas Standish y sus hombres debieron permanecer
pegados a la tierra, castigados por el viento y una lluvia torrencial,
observando impotentes el cuerpo del joven soldado. El menor movimiento
desencadenaba la furia del fuego enemigo.
Más
tarde, cuando otro de sus hombres fue herido en la pierna, Standish cargó sobre
su espalda al soldado que pesaba más de 80 kilos y atravesó doscientos metros
de fuego para llevarlo a terreno seguro, una acción que le valió una
condecoración.
Nadie
había podido dormir ni comer durante dos días.
Cuando
el Regimiento de Paracaidistas logró finalmente dominar Pradera del Ganso (mal
llamada “Ganso Verde” en la época de la guerra), Standish había perdido a su
comandante y a 14 hombres. En las filas argentinas hubo 55 muertes, nueve de
ellas por el fuego de Standish.
Alejandro
Videla, un adolescente asustado, fue uno de los 1300 argentinos derrotados en
Pradera del Ganso. El soldado de 19 años notó el agotamiento en los rostros
barbudos de sus captores, ennegrecidos por el camuflaje.
Videla,
que cumplía con el servicio militar en el Regimiento 12 de Infantería, también
había tenido una campaña difícil. Reclutado en la provincia de Corrientes, una
región de clima subtropical, fue enviado a las Malvinas con abrigo escaso, y
pobremente equipado para el clima lluvioso y ventoso de las islas. Durante un
mes sufrió el frío, la humedad y el hambre.
Luego
de la derrota, como prisioneros de guerra se
les ofreció comida caliente. Pero primero tuvieron que recoger sus muertos
y desmantelar las trampas cazabobos que había en casi toda su artillería.
Videla estaba a pocos metros de distancia cuando un dispositivo explotó y
destrozó el cuerpo de un compañero argentino herido. El joven gritaba en agonía
mientras los efectivos británicos lo trasladaban hasta el puesto de primeros
auxilios donde falleció.
El
regreso a la vida civil fue difícil para Videla. Con el paso de los años se fue
estableciendo en Venado Tuerto, Santa Fe, se casó con Alejandra Illari, y
comenzó a dar clases en una escuela técnica.
Pero
sus cicatrices de guerra no cerraban. Las autoridades militares argentinas
hicieron firmar a algunos veteranos una declaración jurada en la que se les
prohibía hablar públicamente de sus experiencias en la guerra. “Era como si la
guerra nunca hubiera sucedido”, dice Videla.
Pero
cualquier situación, hasta los cohetes y fuegos artificiales de la tribuna en
un partido de fútbol, lo llevaban a recordar los Sea Harrier británicos que en
Pradera del Ganso atronaban sobre su cabeza, en vuelo rasante y lanzando bombas. En esos
momentos, Videla regresaba mentalmente allí, y era un adolescente aterrorizado
por las estelas de fuego.
De
esto sólo podía hablar con quienes habían combatido junto a él. Una media
docena de ex soldados de la ciudad comenzó a reunirse para brindarse apoyo y
compartir sus recuerdos. Pero se sentían abandonados.
A
Les Standish los recuerdos del pasado empezaron a atormentarlo diez años
después de la guerra. Ya había dejado el ejército y se sumó al servicio penitenciario.
En 1990 formó parte de la unidad que enfrentó cuerpo a cuerpo una rebelión
carcelaria en Strangeways Prison, Manchester.
En
esos días, estaba caminado por la calle cuando el traqueteo de un automóvil se
transformó en su imaginación en el crujido de un disparo de rifle que lo
regresó mentalmente a Malvinas. Allí estaba él con su pecho pegado al césped
húmedo, mirando el cuerpo empapado de sangre de Steve Illingsworth. Fui yo
quien ordenó avanzar a Steve.
Su
mente fue invadida súbitamente por el recuerdo de los argentinos que había
matado. En el caos de la lucha no vio el rostro de ninguno de ellos. Sólo
recordaba la última mirada aterrorizada de algún soldado que presintió su fin.
Las imágenes no desaparecían. Standish sufrió una crisis de nervios.
Luego,
con la ayuda de un psiquiatra, rememoró cada una de las circunstancias que lo
llevaron a la crisis nerviosa, habló de sus recuerdos en detalle, para aprender
a convivir con ellos en su memoria.
Alejandro
Videla no tuvo esta ayuda. A pesar del gozo que trajeron a su vida su esposa
Alejandra y sus tres pequeños hijos, los recuerdos lo seguían atormentando.
Comenzó a beber y a quedarse con amigos de noche, lo suficientemente tarde como
para asegurarse de que no se desvelaría si iba a la cama. Pero en los sueños
oía el bramido de los Sea Harriers…el soldado agonizante que gritaba. Esas
imágenes eran todo lo que guardaba de la campaña. Anhelaba tener alguna
fotografía o un objeto que lo ayudara a recordar lo sucedido, cómo habían
ocurrido aquellos hechos. Un amigo había tomado cuatro rollos de fotos, pero se
los quitó un efectivo británico tras la rendición.
En
octubre de 2001 entró a un sitio de internet inglés llamado Britain s Small
Wars. Tenía una sección dedicada a Malvinas. Con la ayuda de un traductor
electrónico, Alejandro trasladó sus preguntas del castellano al
inglés:”¿Alguien conoce a un miembro del Regimiento de Paracaidistas que haya
luchado en Pradera del Ganso?”.
Pocos días más tarde tuvo su respuesta:”Si, yo estuve en
Pradera del Ganso. Fui cabo del Regimiento de Paracaidistas”.
El mail llevaba la firma de Les Standish, que ahora vivía
en un pequeño pueblo de las afueras de Bolton, Lancashire, y trabajaba como personal tairner e instructor de
natación.
Videla le contestó inmediatamente. “¿Tiene alguna foto o
video de Pradera del Ganso?”. Standish compró un video de la BBC y se lo envió
a la Argentina.
Poco después Standish recibió por correo un sobre grueso.
Había en él una carta y fotografías de Videla y sus tres hijos. “Soy profesor
en la Escuela de Educación Técnica de Venado Tuerto-escribió-. Mi esposa
Alejandra enseña en la escuela primaria”.
Standish respondió que él estaba a punto de casarse por
segunda vez con una mujer llamada Rachel que entrenaba perros guía para ciegos.
Tenía dos hijos propios, y pronto sumaría los otros dos de su mujer.
La correspondencia fue y vino entre la Argentina y Gran
Bretaña. Los dos hombres hablaban de su pasión por el fútbol, gustos musicales,
y de los amigos que perdieron en la guerra. Standish interiorizó a Videla sobre
la labor que realiza la asociación de veteranos South Atlantic Medal
Association (SAMA), dedicada a la atención de las “heridas psicológicas” que
dejó la guerra. Desgraciadamente, ya se han suicidado más veteranos británicos
de Malvinas que los 255 soldados que murieron en 1982 en los dos meses de
combate (264 en los primeros 21 años luego de la guerra).
Un e-mail sorprendió a Videla: -¿Te gusta la
cerveza? -Me encanta- respondió.
–Entonces ¿por qué no viajás a Gran Bretaña para tomarnos aquí unas cervezas?
–No tengo plata. No podría pagar el viaje a tu país. –No te preocupes, lo
solucionaremos- contestó Standish.
En pocos meses reunió los fondos necesarios mediante donaciones
y sus propios ahorros. En los primeros días de noviembre Alejandro subió junto
a su esposa al avión que los llevaría a Londres.
En Bolton, Lancashire, Les Standish organizó una visita
de diez días que incluyó actos, reuniones con veteranos, y una charla conjunta
a chicos de 16 y 17 años de dos escuelas de la ciudad. Allí hablaron de sus
experiencias compartidas en la guerra y en los años siguientes.
Aunque los dos hombres debían comunicarse mediante
intérprete, no había huecos en la conversación. Durante la charla en la
escuela, al escuchar los detalles del relato de Alejandro, Les se dio cuenta de
que su compañía era la que había atacado las trincheras de Videla en la batalla
de Pradera del Ganso.
Alejandro rememoró luego el accidente en el que la trampa
explotó junto a su compañero herido. “¡Yo fui uno de los paracaidistas que atendió
al soldado en el puesto de primeros auxilios!”, recordó Standish.
Videla mencionó que tres días después de la rendición fue
embarcado en el M V Norland hacia Montevideo. “¡También volví en el Norland!”
se sorprendió Standish.
Era extraordinario. Los dos hombres habían estado veinte
años atrás a muy poca distancia uno del otro.
El día en que se recuerda a los caídos en las dos guerras
mundiales, los camaradas en la paz colocaron una corona en el pequeño cenotafio
de Bolton. Mientras estaban allí de pie, ocurría entre ellos un implícito
pedido de perdón.
“Encontrarme cara a cara con alguien a quien yo había
tratado de matar hace veinte años me ayudó a alejar los fantasmas que me han
atormentado tanto tiempo”, dice Standish.
Videla reflexionó: “Los poderosos juegan a la guerra sin
tener en cuenta que aquellos que pisamos el campo de batalla somos seres
humanos, con sueños, ilusiones, esperanzas y toda una vida por delante”.
Una de las noches, ya casi sobre el final de la visita,
Videla y su esposa fueron a la casa de los Standish y cocinaron un plato muy
común en las mesas argentinas, espagueti con salsa y albóndigas. La bebida fue
un vino tinto que los Videla llevaron desde su país.
El primer brindis correspondió al paracaidista británico:
“Buena comida, buenos amigos, aterrizajes seguros”. Alejandro, que finalmente
pudo comenzar a dejar en el pasado algunos recuerdos, levantó su copa y dijo:
“Salud a los ex soldados de Gran Bretaña y de la Argentina, y un buen futuro
para nosotros y nuestros hijos”.
EL
DESEO OCULTO
La experiencia nos ha
enseñado que en una época en que los políticos hablan de paz es una época en
que toda la gente espera la guerra: los grandes personajes del mundo no
hablarían tanto de paz si no creyeran secretamente que es posible, con una
guerra más, aniquilar a sus enemigos para siempre.
Siempre, “después de
una guerra más”, vendrá el amanecer, la nueva era del amor, pero antes, todo el
que odiamos debe ser eliminado. Porque el odio, como sabes, es el que engendra
lo que ellos tienen por amor.
Pero
desgraciadamente, el amor que ha de nacer del odio no nace nunca.
THOMAS MERTON (Paz personal, paz social).
EL PROYECTO ULTRASECRETO ITB
Por Oscar Bertolín.
Al concurrir a un evento social en la ciudad de Punta Alta
tuve la suerte de entablar conversación con el ingeniero Luis Alberto Torelli.
Persona culta, pausada y poseedora de un sentido del humor muy sutil. Luego de
comentarle mi interés por la Historia me relató que él había formado parte del
Proyecto ITB Exocet. No pude más que mirarlo con orgullo y felicitarlo por ese
prodigio técnico que estuvo en boca de todos los Estados Mayores Militares del
mundo.
1982 : El 1º de mayo Puerto Argentino sufrió el primer
bombardeo naval hecho por la flota inglesa. El Contraalmirante Edgardo Otero,
máxima autoridad naval en Malvinas, comenzó a enviar sus famosos despachos al
Estado Mayor Naval pidiendo el envío de material con qué responder al incesante
cañoneo naval nocturno.
A raíz de esto el Contraalmirante Walter Allara, Comandante
de la Flota de Mar, llamó al Capitán Julio Pérez para saber la factibilidad de
desmontar la Instalación Exocet de algún buque y transportarla a Malvinas como
batería costera. Pérez le contestó que esa tarea demandaría unos 45 días y que
sería muy engorroso transportar el sistema por su magnitud y complejidad. Por
lo tanto se decidió hacer algo más rápido y de emergencia.
Julio Pérez había realizado estudios de Ingeniería
Electromecánica en la Facultad de Ingeniería de la UBA y un Postgrado en
Control y Guiado en Roma. También tuvo una estadía de más de 10 meses en
Francia para estudiar los misiles Exocet. Convocó, para integrar el nuevo
equipo secreto, a dos jóvenes técnicos
pero con vasta experiencia en el tema: A Antonio Shugt de 22 años, ingresado al
Taller de Misiles en 1977 como Técnico Electrónico. Quien ya había realizado 3
viajes a Francia, en 1978 para el Curso ITS del Exocet MM-38, en 1980 para el
Curso ITA del Exocet AM-39 y en 1981 para el Curso ITL del Exocet MM-40.
Y a Luis Alberto Torelli de 24 años, ingresado al Taller en
1979 y que en ese momento estaba cursando el 3º año de Ingeniería Eléctrica. En
1980 y en 1981 había realizado sendos viajes a Francia para realizar los Cursos
ITA del Exocet AM-39 y el ITL del Exocet MM-40 respectivamente.
La familia de los misiles Exocet franceses está formada por:
El MM-38 (buque-buque), el AM-39 aire-mar (como los que el 4 de mayo del 82
dispararon los Súper Étendard para hundir al Sheffield), el SM-39 desde
submarinos y los MM-40 de alta perfomance.
Pérez, Shugt y Torelli tratarían de desarrollar una
plataforma de tiro para lanzar un MM-38 desde instalaciones terrestres, algo
que no tenía antecedentes en el mundo. Para lograr este objetivo los 3 se
instalaron en una pequeña habitación las 24 horas y por casi 20 días. Muy pocos
estaban enterados de este proyecto al cual sus creadores llamaron La ITB.
Tuvieron incontables desafíos, como efectuar pruebas a bordo
de buques en el mayor secreto, en medio de los oscurecimientos y debajo de la
protección de una carpa armada en cubierta. O como cuando se quemaron unos
transformadores de prueba y todo parecía irse a pique. Idearon un sistema nuevo
transportable, compuesto por un dispositivo que simulaba las señales eléctricas
de control que la verdadera computadora de a bordo enviaba al misil en su
montaje original, una plataforma inercial de lanzamiento terrestre, un carretón
para transportar los misiles, un sistema de detección de blanco y un grupo
electrógeno para proveer alimentación eléctrica.
Toda esta serie de equipos se tuvo que fabricar velozmente,
utilizando material de descarte depositado en el Taller Naval. Como fue creada
con rejuntes, cachivaches y casi todo atado con alambre (como dicen sus
creadores) la ITB resultó mucho más grande de lo realmente necesario. Por
ejemplo, para la fuente de energía se recurrió a un Generador Siemmens comprado
a Alemania en 1938, que estuvo 20 años en desuso en el depósito y con 6
toneladas de peso. Con una improvisada caja de control de madera para
reproducir el diálogo digital entre el misil y el sistema inercial, se logró
simular el menos 10 lanzamientos exitosos.
Por fin el mamotreto de más de 15.000 kilos de peso estuvo
listo. Shugt y Torelli debieron quedarse en el continente ya que la Armada no
quería que todos los que participaron en el proyecto entren en combate. Pero
Pérez, en su calidad de militar, llegó junto con la ITB a Puerto Argentino el
31 de mayo en aviones Hércules de la Fuerza Aérea. Una vez en Malvinas los
componentes del ITB se dispersaron y se ubicaron lejos del lugar de lanzamiento,
protegiéndolos con enmascaramiento.
La única unidad de radar adecuada para proporcionar al misil
los datos necesarios era el RASIT francés, concebido para uso de la infantería
y que podía detectar movimientos a 30 km de distancia. Carlos Ries, productor de
“La aventura del Hombre” e infante de marina retirado, se ofreció a las autoridades
como operador del RASIT. Pérez y Ries comprobaron que el principal problema era
que el radar leía datos en metros y milipulgadas y el Exocet tomaba datos en
azimut y kilómetros, lo que requería una compleja conversión de datos. Mediante
una tabla de conversión y una calculadora de bolsillo Mario Abadal logró poner
los datos del radar a la computadora del misil.
Mientras tanto, desde la Base de Infantería de Marina
Baterías y mediante una frecuencia especial, Shugt y Torelli solucionaban
cuestiones técnicas y de puesta a punto basados en la escasísima literatura
técnica disponible, unos pocos planos garabateados y algún manual de
instrucciones básicas.
El armado de la instalación misilística debía comenzar al
anochecer con el mayor sigilo posible. A las 1830 horas se instalaba el radar y
la plataforma inercial de lanzamiento que pesaba 6000 kilos. Se necesitaba casi
una hora para ubicar la plataforma en la dirección correcta de disparo,
nivelarla y afirmarla con sus tacos de fijación. Luego cerca de las 20 horas
arribaba el carretón con dos contenedores de misiles, de 1800 kilos cada uno.
También llegaba una grúa autopropulsada que se usaba para levantar los
contenedores y ubicarlos sobre la plataforma de lanzamiento, donde eran fijados
a la misma. Finalmente alrededor de las 2030 horas se presentaban los equipos
electrónicos de control de tiro con su grupo electrógeno y se realizaba el
cableado de los equipos. Una vez verificada la instalación se arrancaba el
grupo electrógeno y así quedaba todo listo para el disparo del MM-38.
A partir de entonces había que esperar que algún buque pase
por delante de la batería, ya que la misma tenía una orientación fija de
disparo. De no ser así se desmantelaba todo nuevamente alrededor de las 4 de la
mañana.
El 6 de junio a eso de la una de la mañana se detecta un buque, se
colocan los datos en el misil, se aprieta el botón pero el misil no salió.
Rápidamente se prepara el segundo misil, ya que como todo era muy precario
había que esperar 20 minutos entre disparo y disparo. Pero la ansiedad juega
una mala pasada y Pérez realiza el lanzamiento a sólo 5 minutos del anterior y
el misil sale con una trayectoria incorrecta.
Luego de eso pasan los días y los buques no vuelven a
aparecer. Ante esto Pérez y los suyos realizan un sortilegio desesperado. A las
23 horas del 11 de junio bailan el “uka uka”, la danza india de la lluvia,
pidiendo el paso de buques enemigos. A las 3 de la mañana del 12 de junio el
radar capta movimiento. No lo dudan un instante y se efectúa el lanzamiento. Al
minuto y medio se vio un fogonazo rojo y sobrevino una explosión. La fragata
Glamorgan quedaba fuera de combate. Por primera vez en la Historia de la Guerra
Moderna un misil impactaba en el blanco en situación Sui Géneris. La ITB, el
bricolage como lo denominaron los franceses, había funcionado.
El 14 de junio ante la inminente caída de Puerto Argentino,
Pérez y el Teniente Rodríguez quieren volar la instalación con granadas para
que no caiga en manos inglesas. Pero el Contraalmirante Otero le pregunta a Pérez:
- ¿Los ingleses tienen Exocet? Y Pérez responde: - Si señor. Otero le dice:
-Entonces no lo vuele, no van a aprender nada sobre el Exocet, pero que vean
con que le dimos al barco de ellos.
Así fue como la ITB cayó en manos enemigas.
Shugt y Torelli
suponen que la ITB fue llevada a un museo, otros, que se encuentra en
Gibraltar.
El Capitán Pérez se retiró en el año 1992 con el grado de
Contraalmirante. Fue profesor en Universidades estatales y privadas. Se
desempeñó como Rector del Instituto Universitario Naval. Fue condecorado por el
Congreso de la Nación, por la Armada y por el Gobierno Francés por el proyecto
ITB.
Lamentablemente y como sucede a menudo, la labor llevada a
cabo por Shugt y Torelli no tuvo el reconocimiento merecido, a pesar de haber
sido un proyecto compartido; si bien recibieron en forma individual una
Calificación Especial (Foja de Guerra) de puño y letra del Capitán Pérez, donde
resaltaba las cualidades de los mismos y la propuesta en conjunto con el
Almirante Otero a ser condecorados al Esfuerzo y la Abnegación. Ellos siguen
realizando su trabajo en silencio, pero con las ganas y la calidad de siempre.
Antonio Shugt es en la actualidad Supervisor encargado de la
Sección Instalaciones en Unidades Exocet.
El Ingeniero Luis Alberto Torelli es Jefe de la División
Técnica y Jefe de las Secciones de Misiles de Corto, Mediano y Largo Alcance.
Cuando Luis termina su relato le pregunto: -Ahora que me
contaste toda la historia. ¿Qué quería decir ITB?
- Pero Oscar. ¿No te dije que todo fue armado con
rejuntes, cachivaches y casi atado con alambre?
-
¿…?
-
ITB…Instalación de Tiro Berreta.
Verseada de las Malvinas
Fuente: Trabajo de Investigación
"Malvinas y la Comunidad"
realizado por los alumnos de la EESO Nº 271 para Feria de Ciencias y Tecnología 2014
Dr. Norberto Pérez Mernes, médico pediatra de
nuestra localidad, quién escribió “Verseada de las Malvinas - Gualter historia de un
soldado”, en el año 2002. La obra compuesta en forma de verso intenta recrear la
situación de Malvinas en el contexto histórico nacional a partir de la historia
de un soldado. Para escribirla recurrió a entrevistas con los excombatientes
locales, muchos de ellos habían sido pacientes de él cuando niños.
Nos aclara que el nombre del personaje lo escribe con
G, por tener un significado que lo atribuye al origen correntino del protagonista.
Es una obra leída, no lleva personajes que actúan en vivo, y la música de
chamamé que acompaña el relato, fue escrita por el Chango Naón (Médico
radiólogo y músico de nuestra ciudad).
Se ha presentado varias veces en Rufino, en el teatro
Candilejas y en instituciones educativas, con muy buena repercusión.
Cada uno de los veteranos recibió un libro de regalo,
donde figuran sus nombres, y han asistido a las cinco representaciones que se
hicieron.
Su proyecto es teatralizarla, aunque reconoce que es “una movida muy importante”, ya que
requiere de actores jóvenes, guionarla y un director de teatro para su puesta
en escena.
Para poder tener una idea más acabada, el autor nos
leyó la síntesis, que comienza así:
…Esta es la historia de Gualter
un soldado correntino
que murió cuando nacía
en una trama macabra
en una guerra suicida
llamada de las Malvinas
Dos soldados rufinenses
se fueron hasta Corrientes
a devolver la medalla
de la Virgen de Itatí
que el pobre correntinito
usaba colgada del cuello
Le dejaron a su madre
la medalla recobrada
y se trajeron de vuelta
el alma del correntino
Quién pudiera manejar
los destinos de la gente…
La Operación
MIKADO
Por Oscar Bertolín.
En mayo de 1982 las fuerzas británicas desplegaron comandos hacia el
continente para destruir a los aviones Súper-Étendard argentinos y sus misiles
Exocet. .
El Gabinete de Guerra Británico, luego del hundimiento del Sheffield y por
temor a que los Exocet AM-39 dejaran fuera de combate a alguno de sus
portaaviones, dio la orden para hallar un modo de destruir la Base Aeronaval
Almirante Hermes Quijada, en Río Grande, Tierra del Fuego.
Primero se consideró atacar con aviones cazas Harrier, pero eso implicaba
que los portaaviones se acercaran demasiado a la costa, donde podrían
alcanzarles los aviones argentinos. Luego se pensó en utilizar bombarderos
Vulcan. Pero este bombardeo a la parte continental argentina podría disparar
una reacción en cadena adversa de otras naciones latinoamericanas. E incluso la
aplicación del T.I.A.R. (tratado de defensa regional), tal como se lo planteó
Ronald Reagan a Margaret Thatcher.
Desde el principio de la contienda Sidney Edwards, oficial de comandos
S.A.S. (Special Air Services), se trasladó a Chile para coordinar la asistencia
de ese país al esfuerzo bélico británico. Con el consentimiento de Pinochet,
obtuvo el permiso del Jefe de la Fuerza Aérea Chilena, General Fernando
Matthei, para transmitir información sobre los aeropuertos argentinos. Es así
que entre los comandos ingleses que operaban en Chile y los comandos ingleses
infiltrados en territorio argentino empezaron a transmitir información
clasificada con un enlace satelital directo el Cuartel de la Marina Británica en
Northwood sobre el movimiento de los aviones argentinos.
Gracias a esos datos el Cuartel General de los S.A.S. en Stirling Lines, Hereford, Gales, empezó a planificar una operación comando contra la base de Río Grande. Días después el Escuadrón B del Regimiento 22 de los S.A.S. iniciaba su entrenamiento para tomar un aeropuerto enemigo. Nacía así la Operación MIKADO (vocablo japonés que significa La Puerta). El punto de partida de esta operación sería la base norteamericana de Widedake, en la isla británica de Ascensión. Desde allí partirían dos aviones Hércules pintados con camouflage y distintivos idénticos a los usados por los argentinos. Estos aviones embarcarían 55 comandos y 3 Land-Rover artillados. Un grupo iría a destruir los Súper-Étendard, otro a los 3 misiles que quedaban en los arsenales de la base y el tercero se dirigiría a las barracas donde dormían los 10 pilotos de la 2da. Escuadrilla de Caza y Ataque para asesinarlos. Luego de esto con explosivos tendrían que abrir un cráter en la pista para impedir que volviera a ser usada. Si el tiempo alcanzaba los S.A.S. deberían también destruir los 6 cazas Dagger y los aviones de reconocimiento Neptune.
Gracias a esos datos el Cuartel General de los S.A.S. en Stirling Lines, Hereford, Gales, empezó a planificar una operación comando contra la base de Río Grande. Días después el Escuadrón B del Regimiento 22 de los S.A.S. iniciaba su entrenamiento para tomar un aeropuerto enemigo. Nacía así la Operación MIKADO (vocablo japonés que significa La Puerta). El punto de partida de esta operación sería la base norteamericana de Widedake, en la isla británica de Ascensión. Desde allí partirían dos aviones Hércules pintados con camouflage y distintivos idénticos a los usados por los argentinos. Estos aviones embarcarían 55 comandos y 3 Land-Rover artillados. Un grupo iría a destruir los Súper-Étendard, otro a los 3 misiles que quedaban en los arsenales de la base y el tercero se dirigiría a las barracas donde dormían los 10 pilotos de la 2da. Escuadrilla de Caza y Ataque para asesinarlos. Luego de esto con explosivos tendrían que abrir un cráter en la pista para impedir que volviera a ser usada. Si el tiempo alcanzaba los S.A.S. deberían también destruir los 6 cazas Dagger y los aviones de reconocimiento Neptune.
Antes de la llegada de los dos Hércules al continente, otro grupo de
comandos debería realizar una tarea de reconocimiento y colocar una radiobaliza
cerca del aeropuerto para orientarlos. Los encargados de esta tarea serían
transportados en un helicóptero Sea King que partiría desde un buque británico.
Esta aeronave serviría también para evacuar atacantes en caso de que los
Hércules fueran averiados. La fase final de Mikado preveía el escape de los
aviones y el helicóptero hacia Chile, donde pedirían asilo con la excusa
pre-acordada de un desperfecto mecánico. Incluso si esto no podía ser los
S.A.S. tenían orden de recorrer con los Land-Rover artillados los 80 km que
separan a la base de la frontera, abriéndose paso a los tiros si fuera
necesario.
Para llegar a Tierra del Fuego los Hércules deberían recorrer 11.700 km, lo
que haría necesario reabastecerse en vuelo en varias oportunidades. Esto
significaba movilizar la mayor parte de los aviones cisterna VC-10 Víctor de la
RAF. Por eso el 07 de mayo Gran Bretaña solicitó a la OTAN que le cediera
aviones cisterna KC-135 para esta misión.
La decisión final chilena de ser parte del ataque a una base argentina fue
tomada directamente por Pinochet el 15 de mayo. A cambio obtuvo el compromiso
que el Reino Unido respaldaría política y militarmente a Chile frente a
cualquier respuesta que esta operación generara entre los militares argentinos.
Para el 16 de mayo los datos enviados por espías ingleses y chilenos no
eran los mejores para la inteligencia británica: el sistema de vigilancia
argentino era mejor de lo que suponían y los podrían detectar 30 millas antes
de llegar al continente e identificarlos. Ese mismo 16 de mayo el destructor
Bouchard estaba fondeado entre Cabo del Medio y Cabo Domingo, a 2 millas
náuticas de la costa: 19:05 a 19:10 hs: el radarista del Bouchard observó un
eco pequeño e intermitente, 19:12 hs: se convirtió en 3 ecos nítidos, con un
punto muy intenso y una V saliendo del mismo, típico de los gomones. Los 3
ecos, firmes y con movimiento inteligente, imposible de imitar por fenómenos
naturales o por fauna, se movían en formación. 19:22 hs: el radar de control de
tiro MK 25 logró adquirir los blancos y se solicita autorización para abrir
fuego con los cañones de 127,2 mm de la batería principal. 19:23 hs: el rumor
hidrofónico detectado daba cuenta de la presencia de un submarino en la zona.
19:25 hs: se recibió autorización de abrir fuego y así se hizo. Al hacerlo los
ecos se abrieron en forma de abanico en alejamiento del buque. Uno de los
blancos desaparece del radar (le habrían acertado a uno de los gomones) y el
resto detiene su avance, cambiando rumbo en dirección al objeto nodriza de
donde se habían desprendido anteriormente. Se decidió ir en su búsqueda pero la
niebla impedía el contacto visual a pesar de haber encendido todos los
reflectores. 20:40 hs: se dio por terminada la búsqueda. El 17 de mayo 3
gomones abandonados fueron hallados frente a la ciudad de Río Grande.
Coincidiendo con lo informado por el Bouchard.
En los primeros minutos del 18 de mayo el helicóptero Sea King HC-4VC,
matrícula ZA-290 con tres tripulantes, nueve S.A.S. y una radiobaliza a bordo
ingresó al continente a través de la Bahía San Sebastián, zona fronteriza entre
Argentina y Chile. Según la versión oficial inglesa y la de Nigel West, autor
del libro La Guerra Secreta por las Falklands, historiador de temas militares y
para algunos miembro de la inteligencia británica, este helicóptero despegó
desde el Invincible a las 00:15 hs. Otro Sea King, matrícula ZA-292, lo
acompañó más retrasado como nave de apoyo. Según el historiador español Jorge
Muñoz, autor de varios libros sobre Malvinas, el helicóptero podría haber
despegado desde el aeródromo de Punta Arenas (Chile). Volando desde el oeste
penetró en el espacio aéreo argentino y una vez internado en el mar unas 40
millas viró y se dirigió nuevamente hacia el continente. El ex Almirante
argentino Horacio Zatiegui, responsable del área durante la guerra, en 1983
aseguró que el helicóptero detectado por los redares provenía de Chile y no de
un portaaviones como dicen los ingleses y chilenos. Y que fue detectado cuando volvía
de una misión de reconocimiento a la planta de combustible de la Bahía de San
Sebastián. Zatiegui antes de la guerra había recibido entrenamiento en
inteligencia en el Reino Unido.
Pero volvamos al 18 de mayo de 1982, los comandos desembarcaron y se ocultaron
entre unas lomas cerca del río Silva, en territorio chileno, esperando órdenes.
Para algunos analistas el lugar de espera habría estado situado en la estancia
Las Violetas, en la zona argentina de la isla. Mientras tanto 2 Hércules del
Escuadrón Especial 47, matrículas XV-179 y XV-200 despegaron de Ascensión. Ese
día el Bouchard navegaba por la Bahía Esperanza cuando detectó un contacto
desconocido volando a 160 km/h, viniendo desde Chile. Lo localizó a 45 km al
sur de Río Grande. Más tarde lo volvió a detectar sobre la estancia de Sara
Brown, campo argentino propiedad de una familia inglesa. Cinco minutos más
tarde el radar lo detectó con rumbo sur, sobre espacio chileno, hacia el faro
de Punta Arenas. Entonces le informó al destructor Piedrabuena, fondeado más al
norte, que tenía “un pajarito en la cotorra” (intruso detectado por radar).
Minutos más tarde el radar de la base también lo detectó. El peligro de ataque
disparó la alarma. Esa noche los conscriptos y oficiales fueron movilizados
alrededor del aeropuerto. Seis helicópteros fueron enviados a la zona donde se
detectó el eco. A su vez los sensores del comando inglés indicaron que habían
sido detectados por los radares argentinos. Los ingleses vieron una bengala en
el horizonte. Un rato después una segunda bengala se observó mucho más cerca de
la aeronave y los tripulantes informaron que la misión corría peligro. Edwards,
que estaba en Chile, recibió la orden desde Londres de abortar la misión y la
misma fue transmitida de inmediato a los pilotos del Sea King. El helicóptero
se dirigió hacia el paraje Cañada de Los Cuervos. Allí los tripulantes
incendiaron la nave y destruyeron el equipo de comunicaciones y las claves e
improvisaron un campamento. Los Hércules despachados para sabotear la base recibieron
orden de volver a Ascensión.
Respecto del otro helicóptero, el de apoyo, la versión inglesa dice que en
la noche del 18 de mayo cayó al mar, sosteniendo que la tragedia fue producida
por un albatros que se introdujo accidentalmente en el motor. Allí murieron 18
comandos, 2 soldados y un tripulante. Algunos autores argentinos señalan que
esa clase de aves no tienen hábitos nocturnos y que rara vez se encuentran a la
distancia de la costa donde los ingleses dicen que se produjo el accidente. ¿y
si las muertes se dieron en el continente? Tal vez cuando el Bouchard cañoneo a
los intrusos el 16 de mayo o por el fuego de la Infantería de Marina argentina
en la madrugada del 18.
Cuando los ingleses informaron a los chilenos que los tripulantes del Sea King estaban en el sur de su país éstos enviaron a un helicóptero UH-1D en su búsqueda. No los encontraron, pues estaban en un repliegue organizado, ya que un grupo de infantes de marina argentinos los tenía bajo fuego. Versiones no confirmadas creen que probablemente un comando fue muerto por fuego argentino. Los pilotos aparecieron 6 días después a 20 km de su campamento precario, en un puesto de carabineros.
Cuando los ingleses informaron a los chilenos que los tripulantes del Sea King estaban en el sur de su país éstos enviaron a un helicóptero UH-1D en su búsqueda. No los encontraron, pues estaban en un repliegue organizado, ya que un grupo de infantes de marina argentinos los tenía bajo fuego. Versiones no confirmadas creen que probablemente un comando fue muerto por fuego argentino. Los pilotos aparecieron 6 días después a 20 km de su campamento precario, en un puesto de carabineros.
El humo producido por el helicóptero incendiado puso en alerta a los
carabineros y a la prensa. Funcionarios chilenos ordenaron cubrir los restos
con una pala mecánica. El corresponsal del diario Clarín, Oscar Fernández Real,
llegó al lugar en ese momento y los carabineros no le permitieron acercarse.
Pero el fotógrafo Leonardo Zavattaro usó su teleobjetivo. Tres detectives de la
Dirección de Seguridad Chilena le obligaron a revelar las fotos y sólo le
requisaron una donde aparecía el helicóptero chileno. El 20 de mayo las fotos
aparecieron en Clarín y luego dieron la vuelta al mundo.
Chilenos y británicos coinciden en la versión que el helicóptero con “solo
3 tripulantes” llegó al continente por una desorientación y que por un
desperfecto mecánico se precipitó a tierra. Todos los británicos fueron
cobijados por Chile en viviendas particulares y luego enviados a Inglaterra.
Richard Hutching, piloto del Sea King y su copiloto Alan Bennet, fueron
condecorados con la Cruz de Servicios Distinguidos y el navegante Peter Imrie
recibió la Medalla por Servicios Distinguidos. Sidney Edwards fue expulsado de
los S.A.S. y puesto en prisión en 1992 por querer introducir a Croacia armas
fabricadas por la FAMAC (Fábrica Militar de Armas de Chile). El general Matthei
confirmó en 1999 “que durante toda la guerra existió una constante cooperación
al más alto nivel con el Reino Unido”. Margaret Thatcher también lo había hecho
público para defender a Pinochet durante su detención en el Reino Unido.
Publicado en Semanario El Diferente y en RUFINOWEB
El Observador de la Historia
Rubén Ricardo Iriarte
Asociación Amigos del Museo y Archivo Histórico Municipal de Rufino
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